jueves, 25 de noviembre de 2010

Dos canciones & una eternidad -3-

“Dos canciones y una eternidad”


Las letras resplandecían y parecían poder cobrar vida, abajo ponía ADMES en letra grande. Como la cabaña no era de nadie, cogió el libro y se lo metió en la sudadera con prisa ya que aquel chico venía con los tés.

-Aquí están Lady-los dejó en la mesa y se volvió a sentar, ella hizo lo mismo-¿Qué hacías?
-Ver libros. Dime… ¿Quién es Admes?-preguntó
-Verás, Admes es un antiguo Dios, según dicen; Creaba libros que podían tomar vida y sembrar la destrucción, hacia que cualquiera obtuviera su deseo escribiendo líneas o una simple historia. Dicen que ayudó mucho a la gente haciéndola feliz, pero después cuando Admes quiso pedirles un favor, el favor de descansar unos cuantos años, la gente se reveló y lo intentaron atacar. Pero los dioses son sagrados, asique antes de morir, Admes creó diez libros.

Los repartió por todos los rincones del mundo para que cualquiera que tocara uno o lo utilizara muriera de la forma que menos se esperaría, todo no era malo-paró un segundo y bebió té-Cuando estuviera a punto de morir, moriría con y por aquello que más quería. Y así, década tras década los famosos libros de Admes han ido exterminando.

-Vaya-exhaló-¿Pero quedan libros que nos son de esos diez?
-Sí, queda bastantes. Es decir no todos son malos, solo esos diez, pero es una leyenda urbana. Nadie ha encontrado nunca sus libros, se pierden cada vez que alguien muere y resurgen en otro sitio, también hay falsas imitaciones.
-Vaya-dijo de nuevo-¿Aquí hay libros suyos?
-Imitaciones-repuso-¿Por cierto por qué lo preguntas?
-Oí a alguien hablar de ese nombre en el pueblo, o lo que sea esto
-Esto es como Neverland. Siempre sabes donde empiezas pero nunca donde acabas; Es mágico, ya tú sabes, ¿no?-Se levantó y acercó a Adrienne-Todo lo que quieras que ocurra, ocurre: canciones resonando por todo el bosque, príncipes a tus pies, y todas esas chorraditas. ¿Sabes cómo salir ahora?-Bajó la cabeza un segundo y cuando la levantó él ya no estaba… Se había esfumado sin mediar palabra, pero por lo menos ya sabía cómo salir de aquel lugar, se llevaría el libro también, tenía que investigarlo, aunque solo fuera una simple imitación. "Vaya tontería aquella leyenda, libros cobrando vida"… Pensó de nuevo en el bosque, en su casa, en la lluvia y a los pocos segundos, agua caía sobre ella de nuevo. Corrió hasta divisar a lo lejos la casa de nuevo, llamó a la puerta y su madre abrió como una exhalación

-¿Dónde estabas?-gritó
-En el bosque-la evitó y subió a mi cuarto.

Se quitó toda la ropa y la tiró al suelo, saquó un pijama calentito y secó un poco el libro. Se acomodó bien y puso el libro en la cama; justo como había dicho aquel chico, parecía magico. Abrió la primera hoja: “La historia de mi vida” Un título raro; pasó a la segunda página:

“Tú sabes que te quiero, pequeño mío; te daré la vida, pero no la muerte…” -Coñazo, pensó. Acercó el dedo a la página y cuando lo toquó…

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Dos canciones & una eternidad -2-

Y bajo la sangre apareció una puerta hermosa llena de colores y flores que la rodeaban y te invitaba a ella. No lo dudó un momento y entró. Lo único que no sabía era que aquella puerta le depararía un futuro doloroso y cruel.


Tras aquella encantadora puerta se escondía un gran bosque lleno de diferentes tonos de verdes y altos árboles que por lo menos tocarían el cielo o más allá de él, avanzaba despacio, estudiando cada cosa que veía y que se encontraba a su paso; experimentando cada una de las nuevas sensaciones que ese sitio le producían. De un momento a otro se le vino una canción a la mente: stuck in the moment, de Justin Bieber. Empezó a sonar en su mente y a la vez en el gran bosque, Adrienne se asombró y todo le recordó a una película: cuando una chica esta en un lugar o esta con un chico y de fondo suena una canción que hace resaltar la imagen y llenarla de emoción. Así se sentía ella y esa sensación desde luego la hacía sentirse lo mejor del mundo, esa sonrisa que siempre había escondido deslumbró todo, y nació de nuevo, corrió por la hierba fresca hasta más no poder y se tumbó en el suelo. Las canciones seguían sonando por todos los rincones de aquel inmenso bosque; cuando recuperó de nuevo el aire y sus energías se levanto y continuó su recorrido, a la media hora de andar e investigar vio a lo lejos una columna de humo. Una aldea. De nuevo corrió hasta situarse lo más cerca posible de lo que parecía una aldea y caminó por un camino de tierra que la llevó a un pueblo.

No era una aldea si no un pequeño pueblo donde la gente caminaba tranquilamente. Vestían con ropa que Adrienne no había visto nunca, grandes vestidos, botas y flores por todos los sitios, se sorprendió; eran como las ropas de sus dibujos. Bajó por el camino y se adentró en el pueblo, toda su gente se la quedaba mirando, pero ninguno decía palabra alguna. Iba sin rumbo pero en ese momento nada daba crédito a lo que veía. Era magia pura, la emoción y adrenalina le recorría el cuerpo, a lo lejos divisó a un chico de su edad que la miraba fijamente. Era bastante guapo, decidió caminar hacia él y se topó con una mujer.

-Ten más cuidado anda-espetó esta
-Lo siento...-musitó y con unos pasos más me encontró cara a cara con aquel chico.
-¿La puerta?-la miró incrédulo- Todos caen...

Con un suspiro se echó a un lado y empezó a caminar lentamente. Le chilló "¡como se sale de aquí!" pero él no se inmutó y siguió su camino. Le dediquó una agradable mueca de desagradecimiento, aunque no la viera, y seguió caminando con la música de fondo. That should be me sonaba ahora y al son de la canción lleguó hasta el final del pueblo. Sus casas de madera y piedra se habían quedado atrás, los olores y sus gentes… ¿qué haría ahora? Solo había más y más bosque. No tenía más remedio que continuar por el camino de piedras. Airplanes. Canciones, letras, melodías fluían por su mente y eso era agradable. Se entretendría en el camino y se haría más corto. Después de casi más de diez canciones divisó una gran cabaña rodeado de un prado con flores por todos los sitios. ¿Sería esto un sueño? ¿Tal vez una película? Según te ibas acercando a la cabaña su forma se dibujaba mejor y el aspecto cambiaba un montón. Miles de luces y destellos por todos los lados había, y las gotas de agua del pequeño río que había, parecían plata. La puerta estaba abierta y penetró a través de ella. Dentro más luces lucían y de nuevo muchas flores decorándolo todo. Parecía aquello la Edad Media mezclada con muchas otras cosas. La chimenea estaba encendida y se acerquó para calentarse un poco.

-Bienvenida seas–conocía esa voz, se giró en redondo
-¿Tú?
-¿Yo?
-¿Qué haces aquí? –Preguntó Adrienne
-¿Y tú? –  el chico se sentó en una silla y junto los brazos como si esto fuera una investigación
-Estaba abierto y entré. Es tan sencillo como eso.-le espetó ella
-Yo igual
-Ya... ¿cómo has llegado hasta aquí?
-Caminando, ¿tú?
-¿Caminando? Yo también he venido así, además ibas en la dirección contraria-le señaló con un dedo
-Es que soy un ninja-levantó un poco los hombros-¿No lo sabes?
-Ya, y yo soy Lady Gaga...-rió Adrienne
-Te pareces...tal vez...-suspiró él-¿Quieres té?

Puso los ojos en blanco y asintió, cuando él se fue se puso a indagar por la casa, tardaba eternidades y en una estantería encontró medio escondido un viejo libro, con una cubierta de cuero donde ponía...

martes, 23 de noviembre de 2010

Dos canciones & una eternidad -1-

Adrienne siempre había sido fanática de todo lo que fuera mágico. Aquellos libros que uno tras otro devoraba en un par de minutos y aquellos trucos que antes, su padre le enseñaba y a ella le encantaban. Los dibujos de criaturas hermosas que la embelesaban y, que a veces le inspiraban diferentes sensaciones, aunque también le hacían sentir envidia de su hermosura. Aquel bosque que parecía que suspiraba y para ella el viento solo era una suave melodía. Y por supuesto esos días que quedaron atrás, en los cuales ella era magia viva al lado de sus amigos. Esos que ahora no tenía, y que con el paso del tiempo la habían ido abandonando uno a uno. Ahora tenía alguna amiga pero nada se comparaba con los otros.

Se consideraba en todos los aspectos valiente por fuera pero temerosa por dentro y sobretodo tímida y especial. Valiente y temerosa porque mostraba algo más allá de su interior que, en cierta parte, no era verdad. Tímida por su suave enrojecimiento ante muchas cosas y sus perdidas repentinas de lo que iba a decir. Y especial por lo que era.
Una chica que no buscaba más que solo el simple hecho de sentirse especial por una vez, que soñaba sueños rotos y vivos, que cantaba bajo la lluvia y cierta vez sobre una tormenta y siempre habia canciones rondando por su cabeza. Que le bastaba con contemplar paisajes, objetos, animales, libros y dibujos para que una sonrisa se asomara en su boca. Que no conocía otra cosa con la que sentirse mejor. Cuando hoy en día los jóvenes solo quieren novi@s, ser guapos y tener más novi@s, ir de fiesta y muchas cosas más
Ella era ignorante de todo eso y por ahora lo que tenía la hacia feliz. Pero eso ahora sería un pasado que pronto volvería a surgir. Un pasado en el que se refugiaría más adelante. Adrinne había sido acostumbrada a no tener problemas con sus padres, y también a que sus padres no tuvieran problemas entre ellos, y de un día para otro todo cambió inesperadamente.
Estaba en su habitación mirando su último dibujo de una pequeña brujita con un vestido de color melocotón y pelo rojizo, y entre sus manos una bola de color rosado que irradiaba rayos de luz por todos los sitios. Mirandolo y buscando algún fallo para intentar mejorarlo, siempre había algo que no la convencía y que debía cambiar. Los colores, la forma de la mano, la nariz, la ropa…y cuando ya estaba acabado del todo lo colgaba en su muro y una sonrisa de satisfacción le crecía en su boca. Ese mismo día a la hora de la merienda su madre la sorprendió dibujando de nuevo.

-¿Ya estás dibujando? – preguntó mirando el papel

-Sí, esta vez aré el mejor dibujo, - le explicó a su madre – Primero con el portaminas crearé el boceto y a continuación empezaré a darle forma sin pensar siquiera en que es lo que voy a hacer. Después repasaré con el lápiz líneas y en los puntos fuertes del dibujo apretaré más para que resalte. Y por último cogeré todos los colores de la caja de pinturas y lo pintaré sin importarme el resultado que obtenga. Ese será el mejor dibujo – finalizó

-Oye, ¿no as quedado con tus amigas? – su madre le arrancó el papel y lo tiró a la basura sin importarle lo que diría su hija – Te estarán esperando.

-Mamá, no e quedado con ellas. No quiero. Además hay un largo camino y hoy llueve, así que no sería muy recomendable ya que me podría resfriar o escurrir – objetó – Lo más lógico y seguro es quedarme aquí haciendo mi bonito y alucinante dibujo que tú me has tirado.

- ¡No lo entiendo! ¿No tienes amiga? ¡Sal con ellas! – le gritó su madre – ¡Pareces una marginada todo el día haciendo dibujos y mirando cosas! ¿Es qué acaso te parece eso normal? ¿Es qué por un día no puedes ser normal? – Dio un ggolpe en la mesa - ¡Todas me preguntan que si tengo una hija y me avergüenzo al decir que es estas todo el día en casa como si fueras una marginada social. Asi que ya estas saliendo de aquí

- ¡No quiero! – gritó levantándose - ¿Por qué no quieres que sea así? – sus lágrimas comenzaron a caer una tras otra y cayendo en la mesa - ¿Quieres que sea perfecta? ¡Pues MIRAME! ¡No lo soy y nunca lo seré! ¡NI GUAPA, NI DELGADA, NI ATREVIDA! – Salió de la cocina y abandonó la casa, iba camino hacia el gran bosque.


Afuera la lluvia era intensa y el cielo se tornaba de color negro, pronto habría alguna tormenta. No le dio importancia y sacó de sus sudadera gris el móvil y los cascos para escuchar música, hizo varios intentos de ver la pantalla pues la lluvia y sus lágrimas habían ahogado sus ojos negros y no veía mucho. El pelo se le pegaba a la cara y en especial el flequillo, decidió ponérselo atrás con una pinza y seguir adentrándose en el bosque sin rumbo fijo. Optó por quitarse el agua de sus ojos y con su sudadera lo hizo; al poco tiempo paró en seco y se dio cuenta de que la lluvia había desaparecido y que el sol daba su luz con fuerza. Se la quitó y la ató a su ancha cintura. A lo lejos divisó un gran sauce con algo que parecía sangre, se acercó lentamente mientras que guardaba el móvil y los cascos y con delicadeza toco con el dedo índice la mancha de lo que parecía ser sangre. Al instante un corté en el dedo la hizo retirarlo y ...